2 mar 2010
Empezar a contar
Con la mano de un fantasma en el hombro se le ocurre empezar a decir que de nada puede, o quiere, escribir, así deja abierta la puerta para que la capacidad del pensamiento propio, los instantes donde es el inconsciente quien habla, se dé lugar sobre la hoja y empiece con su desvariado discurso. Luego duda sobre la misma capacidad, sobre su inteligencia, sobre el desarrollo, correcto o no, no lo sabe, del todo como persona, como él, como todos y como ninguno, pero sin dejar de sentir, al escucharse hablar, la veracidad del relato que hoy es cuento, tal vez mañana noticia, tal vez nunca final. No encuentra como seguir, nos mira como buscando esa certeza, ese hilo necesario para que sea valida su continuación. Nada encuentra, se reniega de nosotros, como no aceptando ni la decepción del saber que no nos corresponde esa porción de protagonismo en la historia, ni del error propio en buscar y confiar en los demás, se ofusca como la mañana al mediodía, pero deslizándose con la misma sutileza para no dejar de recibir esa atención que tanto desea.
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