22 mar 2010

Tan solo un mal sueño

EL sol agrita la mañana provocando el despertar de la ciudad que, de a poco, cobra vida. Mientras ellos empiezan su rutina, ciegos y totalmente convencidos de lo que ven, él mira, ya con desdén y gran desapego, como surgen de entre las cenizas de la noche anterior todos esos personajes enormemente tristes. Hipnotizados y sutilmente articulados se venden y condenan, sin siquiera saber, a ese sistema que tiene como único alimento a sus espíritus, dependiendo y cumpliendo fielmente con su lema. Hoy él se siente raro, también la rutina lo abomba y lo aturde pero es diferente, se siente como su cuerpo fuera extraño, se persigue y mira con desconfianza las sombras de su habitación. Ve las cosas de manera totalmente diferente, parece que esta realidad, completamente circunstancial, es otra… no puede decir que ni como pero es diferente. Nota como su cuerpo se maneja como drogado mientras su vista se iba deformando. Desde los escasos huecos de razón que le quedan en su cerebro surge como excusa la negación y la eterna confianza en que esto sea solo un sueñ0o. Cierra los ojos, aprieta los parpados, se aferras con miedo y una entupida esperanza a esa idea. De pronto ve como delante suyo van surgiendo colores y formas, extrañas para él, que se plasman y van desapareciendo en el fondo de sus parpados, algunos se acercan y formas figuras entendibles aunque algo misteriosas. Quiere abrir sus ojos pero siente que desde el fondo surge un deseo, casi desesperado, de que no lo haga. De a poco se fueron haciendo cada vez mas conocidas y familiares esas imágenes aunque de él ya se había apoderado un sentimiento calido que reconfortaba todo su espíritu… un calor hogareño… de golpe las imágenes desaparecieron y sus parpados quedaron como siempre… sin huellas. Abría y cerraba los ojos esperando que aparezcan, siquiera por una vez mas, esas extrañas pero enormemente hermosas formas.
Resignado se sentó, todavía pensando en lo que había visto, y se prendió un cigarrillo. Noto que su cuerpo estaba cansado, solo en ese momento se preocupo por cuanto tiempo había durado esa alucinación. Agarro el reloj y vio, con gran sorpresa, que solo habían pasado dos minutos de las siete, todavía era mañana. Su corazón se empezó a agitar, ya fuera de su control… su cuerpo sentía un dolor que lo ahogaba y lo asfixiaba mientras se entregaba al cansancio…

Esta vez ella sale corriendo, huye como tantas otras veces, de eso que tanto teme, dobla la esquina se confunde entre la gente. Escondida entre la multitud se tranquiliza y decide ir a su casa, siquiera para descansar un rato…

El viento sopla volando esa hoja que baila en la tempestad mientras la rama lamenta su perdida y sufre por su desnudez. La hoja se eleva por su cielo y recorre, todavía hipnotizada por esa danza que el viento provoca, ese raro escenario donde el telón parece nunca cerrarse. Navega entre nubes invisibles mientras su verde se pierde en el enorme azul del cielo. De a poco siente que desaparece…

Siente que está en una habitación oscura, apenas iluminada por una tenue y calida luz que brilla en uno de sus costados…
Siente que su mentón presiona contra su pecho, como si alguien estuviera empujando su cabeza hacia abajo…
Siente un extraño sentimiento que ahoga su corazón que brota desde el fondo de su cuerpo…
Siente que flota, que es mas liviano… su espíritu lucha por salir… niega esa realidad y despierta… suena el despertador, son apenas las siete, la rutina llega a su vida. Se rinde y se va a trabajar…

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